"Diferente"
Durante la espera pude observar como detrás del banco de la parada había una especie de toldo donde se encontraba pegado un cartel que decía:
Ganer
“tu autobús de confianza”
La típica publicidad que no tiene mensajes subliminales pero que de algún modo atrae la atención del público.
El autobús ya se encontraba delante de mi, era mas grande que los demás autobuses y se teñía de un color azul turquesa llevando unas letras en amarillo que decían:
“Ouran High School” Colegio privado de Nueva Jersey
Se formo una cola en un abrir y cerrar de ojos detrás de la puerta, y fue cuando me di cuenta que era la última de la fila. Estupendo. Todos subieron rápidamente como si tuvieran prisa por coger el mejor sitio donde sentarse con los amigas y amigas para contarse cosas del día anterior o simplemente para conversas sobre el tema que surja.
Cuando hube subido las escaleras, salude amablemente al conductor con aire antipático y malhumorado sin recibir respuesta alguna.
Levanté la cabeza para observar los asientos que quedaban libres, que eran pocos. Y opté por el único sitio vacío y sin acompañante. Permanecí rígida y callada, en tensión. Porque siempre me ha importado muchísimo lo que la gente piense u opine de mí. Tenía la mente bloqueada, como en estado de shock.
Cuando salí del autobús me sentía como si me hubieran dado 400 vueltas en un noria a una velocidad de vértigo. Mareada y confusa.
Con el poco conocimiento que tenía de mi realidad, entré a clase, y aunque durante toda la hora presté toda la atención que mi mente me permitía, no me enteré de la mitad de la teoría.
En la hora de descanso, me senté debajo de un arbusto, y comencé a comer las galletas de chocolate de mamá, y me sabían tan bien en aquel lugar.
- ¿Me das un poco? – escuché un voz dulce y tierna tras de mí. Me di la vuelta, y ahí estaba él, con esa mirada penetrante que intimidaba.
- Si, sírvete – dije amablemente
- Gracias – dijo cogiendo una galleta de las tres que quedaban, entonces cogí otra.
- Mmm..., están buenísimas – dijo con una sonrisa de oreja a oreja
- Si, las ha hecho mi madre, es una experta en galletas
- Dale felicitaciones de mi parte, se lo merece – dijo guiñando un ojo
- Gracias, se lo diré – dije irónicamente
- Solo queda una…¿La compartimos? – y pensándolo bien no se le podía decir que no a esa sonrisa pícara y a esa mirada tan profunda. Le hice un gesto positivo con mi cabeza, y acto seguido tomó la galleta y la partió por la mitad.
- Gracias – dije con tono sincero
- No me las tienes que dar, son tus galletas. ¿recuerdas?
- Ya…es verdad
- ¿Por qué estas aquí? Apartada de la gente
- Soy nueva…no conozco a nadie
- Me conoces a mi – dijo con tono inesperado
- Si tu lo dices…acabo de llegar y apenas he cruzado unas palabras contigo
- ¿Nunca te han dicho que tienes unos ojos preciosos? – me quedé petrificada, el tono de voz con el que lo dijo era tan dulce tan expresivo.
- No, nunca me lo han dicho. Pero gracias por el cumplido.
- No es un cumplido. Es la verdad. Sabes…eres misteriosa. Siento una enorme curiosidad por saber quien eres. Eres impredecible.
- ¿Cómo eres capaz de decir eso de mí, sin conocerme de nada?
- Ni yo mismo lo se…desde que te vi ayer por primera vez, descubrí que eres diferente. – Me quedé callada, mirándolo profundamente, como nunca había mirado a nadie. Todo lo que dijo sobre mi, era cierto. Y no me conocía de nada. Había una cierta conexión magnética entre sus ojos y los míos. Descubrí que él también era diferente.
- ¿Diferente? – pregunté simulando estar sorprendida
- A las de más chicas…Pero bueno esto te parecerá una tontería. No lo tomes en cuenta. Perdona si te he molestado, no era mi intención.
- No, no me ha molestado para nada.
- Bueno me tengo que ir, hasta mañana “chica nueva”. – dijo con una sonrisa resplandeciente y acentuando la frase “chica nueva”
Ganer
“tu autobús de confianza”
La típica publicidad que no tiene mensajes subliminales pero que de algún modo atrae la atención del público.
El autobús ya se encontraba delante de mi, era mas grande que los demás autobuses y se teñía de un color azul turquesa llevando unas letras en amarillo que decían:
“Ouran High School” Colegio privado de Nueva Jersey
Se formo una cola en un abrir y cerrar de ojos detrás de la puerta, y fue cuando me di cuenta que era la última de la fila. Estupendo. Todos subieron rápidamente como si tuvieran prisa por coger el mejor sitio donde sentarse con los amigas y amigas para contarse cosas del día anterior o simplemente para conversas sobre el tema que surja.
Cuando hube subido las escaleras, salude amablemente al conductor con aire antipático y malhumorado sin recibir respuesta alguna.
Levanté la cabeza para observar los asientos que quedaban libres, que eran pocos. Y opté por el único sitio vacío y sin acompañante. Permanecí rígida y callada, en tensión. Porque siempre me ha importado muchísimo lo que la gente piense u opine de mí. Tenía la mente bloqueada, como en estado de shock.
Cuando salí del autobús me sentía como si me hubieran dado 400 vueltas en un noria a una velocidad de vértigo. Mareada y confusa.
Con el poco conocimiento que tenía de mi realidad, entré a clase, y aunque durante toda la hora presté toda la atención que mi mente me permitía, no me enteré de la mitad de la teoría.
En la hora de descanso, me senté debajo de un arbusto, y comencé a comer las galletas de chocolate de mamá, y me sabían tan bien en aquel lugar.
- ¿Me das un poco? – escuché un voz dulce y tierna tras de mí. Me di la vuelta, y ahí estaba él, con esa mirada penetrante que intimidaba.
- Si, sírvete – dije amablemente
- Gracias – dijo cogiendo una galleta de las tres que quedaban, entonces cogí otra.
- Mmm..., están buenísimas – dijo con una sonrisa de oreja a oreja
- Si, las ha hecho mi madre, es una experta en galletas
- Dale felicitaciones de mi parte, se lo merece – dijo guiñando un ojo
- Gracias, se lo diré – dije irónicamente
- Solo queda una…¿La compartimos? – y pensándolo bien no se le podía decir que no a esa sonrisa pícara y a esa mirada tan profunda. Le hice un gesto positivo con mi cabeza, y acto seguido tomó la galleta y la partió por la mitad.
- Gracias – dije con tono sincero
- No me las tienes que dar, son tus galletas. ¿recuerdas?
- Ya…es verdad
- ¿Por qué estas aquí? Apartada de la gente
- Soy nueva…no conozco a nadie
- Me conoces a mi – dijo con tono inesperado
- Si tu lo dices…acabo de llegar y apenas he cruzado unas palabras contigo
- ¿Nunca te han dicho que tienes unos ojos preciosos? – me quedé petrificada, el tono de voz con el que lo dijo era tan dulce tan expresivo.
- No, nunca me lo han dicho. Pero gracias por el cumplido.
- No es un cumplido. Es la verdad. Sabes…eres misteriosa. Siento una enorme curiosidad por saber quien eres. Eres impredecible.
- ¿Cómo eres capaz de decir eso de mí, sin conocerme de nada?
- Ni yo mismo lo se…desde que te vi ayer por primera vez, descubrí que eres diferente. – Me quedé callada, mirándolo profundamente, como nunca había mirado a nadie. Todo lo que dijo sobre mi, era cierto. Y no me conocía de nada. Había una cierta conexión magnética entre sus ojos y los míos. Descubrí que él también era diferente.
- ¿Diferente? – pregunté simulando estar sorprendida
- A las de más chicas…Pero bueno esto te parecerá una tontería. No lo tomes en cuenta. Perdona si te he molestado, no era mi intención.
- No, no me ha molestado para nada.
- Bueno me tengo que ir, hasta mañana “chica nueva”. – dijo con una sonrisa resplandeciente y acentuando la frase “chica nueva”