miércoles, 31 de marzo de 2010
Capítulo 8 parte 1
Capítulo 8 parte 1
Ridículo
Me levanté de la silla, y ordené a mis piernas la acción de caminar hasta una de las cajas aún cerradas de la mudanza. Sabía que allí estaba. Mi viejo radiocasete donde aún creía recordar que había dejado el casete de los Beatles que papá me había grabado. Lo enchufé a la corriente, y le di al play. Ya sonaba…Michelle. Me encantaba esa canción. Me recordaba a etapas felices, cuando sonreía siempre. Su melodía me recorría todo el cuerpo envolviéndome en un escalofrío cálido. Y sin quererlo, mis piernas bailaban con movimientos circulares al ritmo de la música. Cuando me fui a dar cuenta, la canción había terminado, y yo aún seguía bailando como si la melodía se siguiera reproduciendo en mi cabeza. Paré y me volví a sentar en la silla sin mirar mi libreta de ejercicios, solamente esperando la siguiente canción. Mientras sonaba Get Back, miré por la ventana observando algo, sin saber el qué. Me puse de pie, para mirar el jardín y mi cuerpo se quedó congelado. No puede ser. Es él. Parado mirando hacia mi ventana, espiándome. Seguro que me vio bailar. Que vergüenza. Me volví a sentar sonrojada y nerviosa. Acto seguido volví a asomarme por si todavía seguía allí, pero ya no estaba. Entonces, sonó el timbre. No, no puede ser él. Salí de la habitación, bajé las escaleras y abrí la puerta. Él. Si, se quedó parado delante de mí con esa cara de arrogante y sus profundos ojos azules reflejando su indiscreción. No dijimos nada, quizás durante unos segundos. Entonces rompí el hielo.
- Hola
- Chica nueva - y sonrió
- Ehm…¿el motivo de tu visita? - pregunté sin pensármelo dos veces.
- Perdona, es que esta situación es un poco cortante - señaló riéndose
- No me lo jures - le dije sonriendo
- Es que pasaba por aquí, casualmente pensando en ti, y como os vi mudaros a esta casa pues decidí probar suerte a ver si estabas.
- ¿Perdón? ¿Tu vives aquí? - pregunté sorprendida
- Si, vivo unas casa más allá, pero eso no importa. La cuestión es que quiero preguntarte si…querrías pasar la tarde conmigo. - y me miró a los ojos, parecía cortado, tímido pero con una resplandeciente sonrisa luciéndose en su cara.
- Ehm…es que no creo que esté bien, no nos conocemos de nada y mi casa no esta como para recibir visitas.
- ¡No, no, no! No pretendo entrar en tu casa, no quiero invadir tu espacio de esa forma, solo me gustaría que dieras un paseo conmigo.
- No creo que deba, lo siento.
- ¿No confías en mi?
- No debo y… no confío, no quiero.
- No pareces muy convencida de lo que dices - entonces el azul de sus ojos se hizo más intenso.
- Esto es ridículo, un chico que no conozco se presenta en mi casa un sábado por la tarde para invitarme a salir, ¿y pretendes que confíe?
- No pretendo que confíes, pretendo que te arriesgues.
Me quedé parada mirándole fijamente.
- ¿Como sé que no eres un violador o un asesino?
- Por favor, no me van esos rollos - dijo entre carcajadas
- Sigo pensando que esto es ridículo
- Y yo también lo pienso, pero me gusta. Me gusta que esta situación sea cortante, me gusta que te pongas nerviosa, me gusta que te niegues a salir, y me encanta cuando no sabes que decir porque sabes que tengo razón, entonces me miras intensamente. Y eres más linda aún.
Mi cuerpo ya me era incapaz de responder. Para mí era inexplicable como un ser tan despreciable como él podría ser tan irresistible y apetecible.
- ¿Porqué me sigues? ¿Porqué haces todo esto? - y nuestros rostros se acercaron sintiendo nuestra respiración mutuamente.
- Porque no se lo que me pasa. Necesito averiguarlo. - su voz ahora sonaba seria y apagada.
- ¿Lo que te pasa es malo?
- No lo sé, pero si lo es, me da igual. No pienso parar.
- Bien, en ese caso. ¡Adiós! - y cerré la puerta, entonces observé su cara, burlona y divertida, como si le hubiera gustado que le hubiera dado con la puerta en las narices.
- Me lo esperaba de ti. Aunque en el fondo me sorprendiste. - dijo como si supiera todavía que seguía detrás de la puerta.
- Estas flipando, estas completamente loco. - y no hubo respuesta.
domingo, 28 de marzo de 2010
Capítulo 7 parte 2
Posiblemente olvidada
Capitulo 7 parte 2
Era la única persona que conocía. Era un comienzo. Es un chico diferente a los demás, y extraño. He ido a muchos institutos en mi vida, y en ninguno había conocido alguien como él, al que le importase tanto una mirada incluso más que estar con los amigos, alguien que analiza a las personas por dentro, acierta y te desconcierta. Y nunca te imaginas lo que va a decir.
Al día siguiente me desperté pensando que todo lo que había ocurrido, él yo y mis galletas, habían sido un sueño. Que había sido fruto de mi subconsciente nocturno. Pero me di cuenta, que esa irónica pero a la misma vez dulce manera de hablar, esa forma de picar el ojo, esa resplandeciente sonrisa, y esa belleza cegadora, era real.
Él no me caía bien, era como si lo supiera todo de mí, cuando no ha necesitado una vida para descubrirlo, y eso me fastidiaba.
Mi vida solo la conozco yo, y él por mirarme a los ojos, describía como era sin ningún error, ninguna falta, acertando absolutamente en todo. Pero al mismo tiempo, al no conocer a nadie del instituto, sentía la enorme necesidad de estar cerca de él, muy a mi pesar. Él se veía simpático, y además, guapo. Sin embargo, decidí no darle importancia a todo aquello que se estaba convirtiendo en mi tormento. Que no paraba de darme vueltas en la cabeza. Ese chico no tenía derecho a ocupar de ese modo parte de mi pensamiento.
No debería darle permiso para entrar… Y dejarme comer la cabeza gracias a sus actitudes. Desde ahora le quedaba denegado el paso. Ya no podría hacerme más visitas. Mientras él salía por la puerta de salida de mis pensamientos, la idea de que es sábado y no hay clase, aparecía por la puerta de entrada sin avisar, invadiéndome de un ruidoso suspiro, poco habitual en mí. Hoy es sábado, no hay presiones. Soy libre.
Era mi primer fin de semana en Nueva Jersey, y nunca me había sentido tan sola en mi vida. Aunque me haya venido bien esta soledad, para adaptarme a mi nuevo hogar, relajarme y ordenar mi cabeza, jamás había pasado un sábado sola en casa incluso sin mis padres. En Detroit, y en los sitios en que he vivido, siempre he salido los sábados con mis amigos o con mis padres. Me resultaba extraño ese vacío. Pero no estuvo nada mal probarlo por primera vez. Quizás este es el lugar al que más me está costando adaptarme, y aún no entiendo el porqué. Papá y mamá me habían dicho que mañana domingo íbamos a salir al centro comercial para comprar ropa y cosas que necesitemos para nuestra casa. Así que decidí hacer mis tareas de clase lo más pronto posible para tenerlo todo listo. pensé. Nunca en ninguna escuela me habían mandado en un día tantos deberes. me dije. Matemáticas…a ver. Página 5, ejercicio 3. Difícil. No se si iba a poder resolverlo. Mierda. No lo entiendo. Odio la geometría avanzada, para mi era algo ilógico... Las letras me gustan mucho más que las ciencias, y me encantaría dedicarme a escribir y a las artes, aunque estas últimas si tengan que ver con los números. La vista se me quedó parada en un punto fijo con la mirada perdida y con la mente en blanco, fracasando en el intento de pensar la respuesta del ejercicio.
Capitulo 7 parte 2
Era la única persona que conocía. Era un comienzo. Es un chico diferente a los demás, y extraño. He ido a muchos institutos en mi vida, y en ninguno había conocido alguien como él, al que le importase tanto una mirada incluso más que estar con los amigos, alguien que analiza a las personas por dentro, acierta y te desconcierta. Y nunca te imaginas lo que va a decir.
Al día siguiente me desperté pensando que todo lo que había ocurrido, él yo y mis galletas, habían sido un sueño. Que había sido fruto de mi subconsciente nocturno. Pero me di cuenta, que esa irónica pero a la misma vez dulce manera de hablar, esa forma de picar el ojo, esa resplandeciente sonrisa, y esa belleza cegadora, era real.
Él no me caía bien, era como si lo supiera todo de mí, cuando no ha necesitado una vida para descubrirlo, y eso me fastidiaba.
Mi vida solo la conozco yo, y él por mirarme a los ojos, describía como era sin ningún error, ninguna falta, acertando absolutamente en todo. Pero al mismo tiempo, al no conocer a nadie del instituto, sentía la enorme necesidad de estar cerca de él, muy a mi pesar. Él se veía simpático, y además, guapo. Sin embargo, decidí no darle importancia a todo aquello que se estaba convirtiendo en mi tormento. Que no paraba de darme vueltas en la cabeza. Ese chico no tenía derecho a ocupar de ese modo parte de mi pensamiento.
No debería darle permiso para entrar… Y dejarme comer la cabeza gracias a sus actitudes. Desde ahora le quedaba denegado el paso. Ya no podría hacerme más visitas. Mientras él salía por la puerta de salida de mis pensamientos, la idea de que es sábado y no hay clase, aparecía por la puerta de entrada sin avisar, invadiéndome de un ruidoso suspiro, poco habitual en mí. Hoy es sábado, no hay presiones. Soy libre.
Era mi primer fin de semana en Nueva Jersey, y nunca me había sentido tan sola en mi vida. Aunque me haya venido bien esta soledad, para adaptarme a mi nuevo hogar, relajarme y ordenar mi cabeza, jamás había pasado un sábado sola en casa incluso sin mis padres. En Detroit, y en los sitios en que he vivido, siempre he salido los sábados con mis amigos o con mis padres. Me resultaba extraño ese vacío. Pero no estuvo nada mal probarlo por primera vez. Quizás este es el lugar al que más me está costando adaptarme, y aún no entiendo el porqué. Papá y mamá me habían dicho que mañana domingo íbamos a salir al centro comercial para comprar ropa y cosas que necesitemos para nuestra casa. Así que decidí hacer mis tareas de clase lo más pronto posible para tenerlo todo listo.
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